FEDERICO A. JOVINE RIJO/Listin Diario
07/03/2024 00:00 | Actualizado a 07/03/2024 00:00
En “La marcha de la locura”, Bárbara Tuchman habla de “la sinrazón desde Troya hasta Vietnam”; un libro que no pasa de moda, y que intenta desentrañar el comportamiento desquiciado de los líderes en determinados episodios históricos, demostrando que la irracionalidad no es patrimonio exclusivo de mentes vacías, sino que también suele anidar en los más exquisitos intelectos.
Si “la insensatez es hija del poder”, la necedad no es privativa del ámbito militar, también del político… sobre todo de este. La historia local es prolija en episodios absurdos que se repiten de cuando en cuando, en donde sólo han cambiado de nombre los personajes y las siglas de los partidos; pero el presente inmediato también puede ser, tanto antesala del desastre futuro, como punto de partida de una reflexión honesta que permita cambiarlo.
La escogencia de los precandidatos a miembros del PARLACEN, por parte del PLD, el pasado martes 05, evidencia el profundo nivel de desconexión de la cúpula de esa entidad política, con el rechazo ciudadano hacia una serie de prácticas que en el pasado supusieron un cuestionamiento público generalizado; que se tradujo en votos en las elecciones de 2020; que continua vigente; y que se expresó en los resultados de las pasadas elecciones municipales.
Frente a los resultados de febrero, el corto tramo hacia mayo era también una oportunidad para reformular estrategias, para intentar reconectar con la gente y brindar alternativas a una parte de la ciudadanía que no necesariamente comulga con el gobierno, pero que, a falta de opciones diferentes y creíbles, lo refrendaría con su apoyo… o con su abstención.
No obstante, el Comité Político (CP) morado, lejos de utilizar las candidaturas al PARLACEN y a diputados nacionales como vitrina desde la cual mostrar una imagen del partido fresca y renovada; llevando candidatos con rostros nuevos y potables; no vinculados al pasado, pero si comprometidos con el futuro de la organización, decidió hacer lo contrario. En efecto, la cúpula llenó las listas con las mismas caras de siempre; las que encarnan -con razón o sin ella- muchos de los cuestionamientos que aún hoy recibe la organización, por acciones u omisiones realizadas -en algunos casos-, por esos mismos precandidatos cuando ejercieron de funcionarios en el período 2004-2020.
No sólo no hay un mea culpa, constricción o autocrítica; no, lo que hay es un ingreso laboral garantizado e inmunidad parlamentaria por los próximos cuatro años… sobre todo eso.
El CP eligió el enroque; la Ley de Hierro de Michels se impuso y los viejos líderes del partido, quizás a sabiendas del resultado inevitable de mayo, decidieron salvarse a sí mismos, ocupando los primeros lugares de las listas, sin importar el mensaje que esto envía.
Entre hacer un “rebranding” de las propuestas congresuales y reforzar la tesis de que actúan como una corporación -a espaldas de los intereses de la mayoría partidaria-, el Comité Político eligió lo segundo, perdiendo una oportunidad de oro para enviar un mensaje de renovación a la ciudadanía y reforzar las posibilidades de éxito de su candidato.