Alexis Álvarez/Tomado
de www.eldinero.com.do
Los diferentes gobernantes y sociedades están en la búsqueda de estrategias para despegar sus economías de manera gradual, ante los estragos causados por la pandemia del covid-19 y, ahora, por los efectos sumados al conflicto armado entre Rusia y Ucrania.
En muchos países hablar de reactivación está asociada a mayores
niveles de emisiones de gases invernadero que, aunque varían entre latitudes
geográficas y sectores económicos, es una problemática global común.
En el contexto actual denominado como pospandemia hace necesario
abordar la crisis derivada de la misma, las dificultades climáticas y el caos
bélico de manera simultánea. En ese sentido, los bonos temáticos (siendo los
bonos verdes los más conocidos) se posicionan como alternativa para abordar
esas problemáticas.
Para el BID Invest, miembro del Banco Interamericano de
Desarrollo, “estos son instrumentos de deuda regulado y sujeto al mismo mercado
de capitales y normas financieras que los otros valores de renta fija, pero
emitidos con el objetivo de abordar el cambio climático, facilitar soluciones
medioambientales y sociales”.
Según la International Finance Corporation (IFC), existen
oportunidades de inversión y financiación climática, por parte del sector
bancario de 21 países emergentes, por un monto US$23 trillones durante la
próxima década. Sin embargo, la institución estima que el saldo de cartera
bancaria asignada a proyectos de financiación verde podría ascender hasta el
30% al cierre de 2030.
Los bonos temáticos (verdes, azules, sociales y sostenibles) son
un mercado con grandes oportunidades para incentivar, explotar y desarrollar los
espacios de capitales contra el cambio climático, ya que se dirige a financiar
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 y la Agenda de
París.
Además, se alinean a estándares internacionales como los de la
Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA), que incluyen
requisitos de transparencia con respecto al uso de los fondos.
La Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) plantea que,
ante las cifras requeridas para abordar los problemas climáticos, “se requieren
de los esfuerzos de todos los estamentos de la sociedad: del sector público de
cada país, el rol financiero privado en general y del área bancaria”, son
claves para facilitar el flujo de recursos hacia proyectos de inversión y
financiación cuyo impacto sea positivo y de carácter permanente.
Felaban indica que estas herramientas financieras pueden superar
las barreras cuando existen escaso financiamiento dedicado a los activos y
proyectos sostenibles, poco respaldo al sector público con dimensión ambiental,
así como brechas de inversión en tecnologías limpias y la falta de apoyo a
proyectos basados en recursos naturales y en economía inteligente para el
clima.
Inversores
desplazándose
El mercado mundial de bonos temáticos está en crecimiento. De
acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), la financiación climática movilizada desde países de altos
ingresos hacia países de ingresos medios ascendió a US$79.6 billones al cierre
de 2019, cifra superior a la registrada en 2018 (US$78.3 billones) gracias a un
repunte por parte de la financiación por entidades multilaterales.
Esta cifra es notoriamente superior a la reportada por esta
misma entidad en 2013, año en el cual se registró un total de compromisos
cercano a US$52.4 billones. Una muestra de que el interés de los inversores
está desplazándose cada vez más hacia los mercados en desarrollo.
Aunque los datos correspondientes al 2020 podrían conocerse
durante el 2022, la OECD es enfática al afirmar que difícilmente pueda lograrse
la meta de US$100 billones. Sin embargo, dada la inclusión de nuevos
compromisos financieros a partir de 2019, “es muy probable que se alcance la
cifra de US$100 billones hacia el año 2023“.
Una mirada
en Latinoamérica
Países como México, Chile, Brasil y Colombia han incursionado en
esta tendencia de inversión alcanzando cifras significativas. Según los datos
de Climate Bonds Inititative (CBI), la emisión de bonos verdes, sociales y
sostenibles en la región con corte a junio de 2021 totalizó US$48.6 billones,
de los cuales US$30.2 billones correspondieron a bonos verdes, cifra que
aumentó 122% en comparación con septiembre de 2019.
En América Latina, no son pocos los casos de éxitos. En 2016,
Bancolombia se convirtió en el primer banco privado de la región en emitir
bonos verdes, al completar una emisión de alrededor US$115 millones, cuyos
recursos fueron destinados a proyectos de energía renovable y construcción
sostenible en Colombia.
A partir de allí, marcas latinoamericanas como Banco Pichincha
(Ecuador), Banco Galicia (Argentina), Banco Itaú (Brasil), Banco de Chile,
Banamex (México) y Banistmo (Panamá), entraron al mercado de emisiones
temáticas de manera activa.
Los bonos temáticos son una oportunidad clave para esta región
porque la mayoría de los países que la conforman son emergentes, lo que puede
darles más profundidad a sus mercados de capitales; además, tienen la
oportunidad de exportar muchas materias primas que podrían desarrollarse desde
un enfoque amigable con el medioambiente.
República Dominicana
La primera emisión de bonos temáticos en República Dominicana
fue de tono verde, para aumentar la capacidad instalada del parque eólico
Larimar I en casi un 68%, de 176,5 MW a 296.5 MW de energía limpia (enfocado
también, para reducir la dependencia energética del petróleo), donde la demanda
es limitada a 335,000 barriles cada año.
Este génesis fue acogido por los inversores dominicanos con una
demanda de más de 15 veces superior a la oferta para el primer tramo de USD$20
millones, con una tasa fija de 5.15 %, distribuidos en 2 millones de valores
fideicomiso, cuyo principal activo está conformado por los derechos económicos
del Parque Eólico Larimar I, propiedad de la Empresa Generadora de Electricidad
Haina (EGE Haina), siendo su vencimiento el 31 de julio de 2036.
El monto total que la Superintendencia del Mercado de Valores
(SIMV) aprobó en mayo de 2021 fue de US$100 millones, por lo que está previsto
la colocación de nuevos tramos a lo largo de este año 2022.
Ya que la inversión extranjera directa (IED) fortalece su peso
cada día en la economía local, y, la misma, continúa creciendo de manera
exponencial (la octava de América Latina, detrás de Panamá), el aumento en la
cantidad de emisiones, la diversidad de sectores financiados, y las mayores
iniciativas del sector privado por estos títulos de valores, impulsarían el
dinamismo de estos a corto, mediano y largo plazo.
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