Sin embargo, se trata de áreas de la contabilidad que tienen campos de acción bastante definidos, por lo que vale la pena conocer las diferencias entre ambos y por qué puedes necesitar en tu empresa a unos de ellos o a los dos.
Un contador tiene la labor de administrar diariamente los registros financieros de la empresa y de manera continua. Un auditor, en cambio, tiene la misión de examinarlos en retrospectiva para verificar que se apeguen a la ley. Sin embargo, la diferencia entre un contador y un auditor es bastante más extensa. Veamos en detalle algunas distinciones:
De acuerdo con lo anterior, los contadores deben gestionar los registros contables diarios de una empresa, y realizar los cierres correspondientes de éstos. Dependiendo de su tamaño y giro, una compañía puede llevar un registro contable simplificado o estar obligada a mantener un sistema de contabilidad completa.
Al respecto, un profesional que realiza un proceso de contabilidad completa debe hacerse cargo de libros de caja, libros mayores, inventarios y balances o libros auxiliares. Aún cuando la empresa se acoja a un régimen de contabilidad simplificada -como es el caso de una Pyme- el cálculo tributario y administración de los libros de caja debe ser preciso.
El contador dedica la mayor parte del tiempo a recopilar y preparar los estados financieros que se desprenden de estos registros y libros, indispensables para preparar los estados de resultados que permitan dar cuenta de la situación financiera de la compañía.
Dependiendo del tipo de auditoría que se solicita, un auditor puede examinar el estado de resultados de la empresa, sus libros de caja, o centrarse en revisar el correcto pago de los impuestos, entre otros registros.
Este proceso constituye un examen en profundidad de los libros de la empresa, para dar fe de que la administración financiera cumple con la ley y con las obligaciones que imponen instituciones tales como el Servicios de Impuestos Internos o la Superintendencia de Valores y Seguros. En definitiva, que se apega a las buenas prácticas contables y de gestión de calidad.
Una importante diferencia entre un contador y un auditor es la autonomía e independencia que debe tener este último. Normalmente, la contabilidad es realizada por trabajadores de la empresa o por una entidad que colabora directamente con ella.
Por su naturaleza, la auditoría requiere de cierta independencia e imparcialidad, por lo que suele ser encargada a entidades externas o a departamentos independientes de la compañía, dependiendo del caso.
Una auditoría interna la desarrolla un área de la empresa para mejorar sus sistemas de control financiero. En tanto, un auditor externo es contratado por los dueños o accionistas de la empresa.
Por otro lado, una auditoria externa -tal como aclara la Asociación de Auditores Externos (AECHILE)- permite obtener evidencia suficiente y apropiada para expresar una opinión sobre los estados financieros de una empresa.
Para ello, quien la ejecuta “debe declarar si la información que se presenta está o no de acuerdo con principios de contabilidad generalmente aceptados, además de identificar aquellos casos en los que dichos principios no han sido uniformemente aplicados”.
El organismo explica que un profesional de este tipo debe determinar cuánta y qué tipo de evidencia debe obtener para emitir un informe que cumpla con las normas de auditoría. Así, se minimiza el riesgo de emitir un dictamen equivocado y validar un estado financiero que tiene estimaciones erróneas u omisión de información.
El sello imparcial de confianza y de aprobación que brinda este profesional en un proceso de auditoría -ya sea interna o externa- es clave para que la empresa pueda evidenciar la solidez de sus procesos administrativos ante el Estado, accionistas, potenciales socios o instituciones que puedan emitir créditos o líneas de financiamiento.
Dependiendo de la institución en la que haya estudiado, el contador se ha formado en áreas como:
Sin embargo, atendiendo al campo de acción de ambos perfiles, es posible establecer claras diferencias:
Por lo mismo, es deber del contador realizar un cálculo adecuado de las tasas que deberá pagar su cliente o la empresa para la que trabaja, y debe cumplir -y hacer cumplir- las obligaciones tributarias del contribuyente para el que desempeña sus funciones.
Por esto, es importante que el contador sea meticuloso en cómo ordena y pone a disposición del auditor los registros de la empresa, de manera de facilitar el trabajo de auditoría.
Aunque no hay programa o aplicación alguna que reemplace la labor de un contador o un auditor -pues la gestión contable y financiera requiere de la capacidad de análisis crítico de este tipo de profesionales- un software robusto de contabilidad puede ofrecer una serie de herramientas para ayudar a la gestión de las finanzas, permitiendo al contador realizar su trabajo de manera más fácil y ordenada, además de entregar al auditor información detallada para su correcto análisis.